viernes, 15 de enero de 2010

EL GRAN TERREMOTO DE LISBOA

A las nueve y veinte minutos del día de Todos los Santos de 1755 un gran terremoto devastó Lisboa. Las sacudidas duraron entre tres y seis minutos y abrieron grietas de hasta cinco metros de ancho que devoraron el centro de la ciudad e hicieron venirse abajo calles y edificios. El alma de madera de las iglesias y las casas de la ciudad se convirtió en seguida en pasto de las llamas y los incendios se multiplicaban por Lisboa con cada uno de los temblores. Durante cinco días, la ciudad fue asolada por el fuego y, como testigo mudo de la tragedia, aún hoy pueden visitarse las ruinas del Convento do Carmo, reconvertido en la actualidad en museo arqueológico.

Tratando de salvar su vida, miles de lisboetas huyeron hacia los muelles de la ciudad buscando refugio en los espacio abiertos, ajenos al peligro que se avecinaba. Apenas cuarenta minutos después del terremoto, olas de más de veinte metros de altura llegaban desde el oceáno por las aguas del Tajo y tres maremotos consecutivos engullían el puerto y la Baixa.

Casi cien mil personas, más de un tercio de los habitantes de Lisboa, perecieron víctimas de esta tragedia que conmocionó a toda Europa y que Voltaire describió así en su obra "Cándido":

"Nada más pisar la ciudad, llorando la muerte de su bienhechor, sienten temblar la tierra bajo sus pies, el mar se alza borboteando en el puerto, y rompe los navíos anclados. Torbellinos de llamas y cenizas cubren las calles y plazas públicas, las casas se derrumban, los tejados son derribados sobre los cimientos y los cimientos son dispersados. Miles de habitantes de toda edad y sexo son aplastados bajo las ruinas. (...) ¿Cuál puede ser la razón suficiente de ese fenómeno?, decía Pangloss. ¡Es el fin del mundo!, exclamaba Cándido".

2 comentarios:

Diarios de una Bultaco dijo...

Debe ser lo más parecido al fin del mundo, como ha sucedido ahora en Haiti.

El terremoto de Lisboa, tremenda sacudida con el consiguiene tsunami, que además de los efectos sobre la ciudad, que hubo que ser reconstruida; no sé cuantas iglesias y edificios públicos he visto, por Portugal y Galicia, con sus muros agrietados debido al temblor de 1755.

Un abrazo,
Carlos

OLISSIPO dijo...

Hola Carlos,
Tienes toda la razón. Cuando veía las imágenes de Haití, me acordaba de esta entrada que acababa de escribir sobre el gran terremoto.
Un abrazo fuerte ¡y gracias por la visita!