domingo, 29 de junio de 2008

PESSOA VUELVE AL LARGO DE SÃO CARLOS

Coincidiendo con el ciento veinte aniversario del nacimiento de Fernando Pessoa, el escritor ha regresado, desde el pasado 13 de junio, a la calle y a la casa en que nació. Y es que, aunque su figura y su obra está presente en muchos rincones de la capital lusa, el propio Pessoa ha vuelto ahora al largo de São Carlos, gracias a una escultura conmemorativa, obra del artista belga Jean-Michel Folon, y que lleva por título "Hommage à Pessoa".

sábado, 14 de junio de 2008

LISBOA EN LA EXPO 2008

Han pasado diez años desde la Expo de Lisboa y, ahora, le toca el turno a Zaragoza. Dos ciudades unidas por una Expo y también por su hilo argumental: el agua. En el caso de la Lisboeta, el agua de los océanos; en el de Zaragoza, el agua y la sostenibilidad del planeta.

Por eso, precisamente, la presencia de Portugal en la Expo española es mucho más amplia que su participación con un simple pabellón en la muestra. De hecho, Lisboa aspira a establecer durante la Expo una segunda embajada lusa en nuestro país.

Para dar a conocer la cultura, la gastronomía, las gentes y el legado compartido por ambos países, se ha organizado un calendario apretado de actividades, con un punto álgido el 11 de julio, que será cuando Zaragoza celebre en la Expo el Día de Portugal. En esa jornada actuarán en los distintos escenarios del recinto junto al Ebro Dulce Pontes, Maria João Pires, Rodrigo Leão o el grupo The Gift.

sábado, 7 de junio de 2008

PERDERSE EN EL HORIZONTE

Cuentan que Lisboa, como Roma, está construida sobre siete colinas. No obstante, cualquiera que haya estado en la capital lusa, convendrá conmigo en que, en lugar de siete, las cuestas empedradas de la ciudad, las constantes subidas y bajadas, le hacen pensar a uno que más que siete fueran setenta.

El número es lo de menos, pero sí es cierto que las distintas colinas de la capital atlántica la convierten en la ciudad con los miradores más asombrosos que cualquier observador pudiera desear. Por lo general, todos ellos son, además, escenario, no sólo de las vistas, sino de una terraza bulliciosa donde disfrutar del horizonte, cerveja o bica en ristre o, simplemente, donde descansar los pies y el alma de un ascenso adoquinado.

El miradouro de Graça, el de Santa Luzia, el de Santa Catarina o las vistas desde el castelo de São Jorge merecen una visita pausada. Vale la pena olvidar las prisas del que quiere ver mucho en poco tiempo y perderse en los placeres de dejar pasar las horas simplemente mirando.

En el Largo das Portas do Sol, precisamente, (el mismo que sigue inspirando esta bitácora) se encuentra una de mis terrazas y mis rincones favoritos de Lisboa. Me gusta sentarme allí a respirar la Alfama, a ver latir al Tajo y escuchar el traqueteo del eléctrico a mi espalda. Me gusta pasar la tarde conversando en el miradouro del largo. Y me gusta también llegar de noche y ver cómo la piedra se vuelve blanca e ilumina la penumbra desde la cúpula del Panteón y São Vicente.