sábado, 12 de julio de 2008

FECHADO PARA FÉRIAS

Me voy de vacaciones.
Así que, hasta mi vuelta, la palabra en este blog la tienes tú.
Un beso y un abrazo.

Vou de férias.
Portanto, até o meu regresso, tem a palavra sobre este blog.
Um beijo e um abraço.

martes, 8 de julio de 2008

LOS SIETE SUSPIROS DE SINTRA

Hoy convertido en un hotel de lujo, el Palácio de Seteais debe su nombre a una de las muchas leyendas que se esconden en los rincones más románticos de la villa de Sintra.

La protagonista de la historia no es otra que una joven princesa árabe, de nombre Anazir, que vivió en el lugar que hoy ocupa el palacio allá por el año 1147, el mismo en el que el rey Dom Alfonso Henriques conquistó Lisboa a los moros.

Quiso el destino que uno de sus caballeros más leales, Dom Mendo de Paiva, sorprendiera en el asedio al castillo de Sintra a la joven Anazir, que trataba de huir con la ayuda de su nodriza Zuleima. La princesa, asustada al ver al caballero cristiano, gritó un "¡Ay!", que volvió a repetir al ver la intención de Dom Mendo de no dejarlas escapar.

Aterrada y, sin darle ninguna explicación, el aya instó a la princesa a que nunca más lanzara un suspiro tal o un grito semejante. Pero como quiera que Anazir vio a lo lejos acercarse el ejército cristiano, sin poder evitarlo, salió de su garganta un tercer "¡Ay!".

Atraído por la belleza de la joven, el caballero luso decidió secuestrarla junto a su nodriza pero, ante la negativa de la princesa a subir a su caballo, la amenazó con separarla de Zuleima, abandonando al aya a su suerte. Dejando escapar un cuarto "¡Ay!", Anazir aceptó y, al poco tiempo, viendo el afecto que el noble cristiano le procuraba, acabó correspondiendo al amor del joven caballero, que la mantenía en secreto lejos de moros y lejos de cristianos.

Pero quiso el destino, al que las malas lenguas dan el nombre de Zuleima, que el moro Aben-Abed, que había de haberse desposado con Anazir antes de su huida, diera con el escondite de la princesa y quisiera ahora vengar su traición.

Esperando que Dom Mendo dejara marchar a la joven para librarla del castigo del moro, la nodriza le confesó al caballero cristiano que una hechicera había lanzado un maleficio por el que la princesa moriría tras lanzar siete suspiros.

Entre tanto, Anazir, ajena a la preocupación de su aya, emitió un quinto y un sexto "¡Ay!" consecutivos, obligando a la vieja a revelarle en su desesperación el secreto que ocultaba.

Dom Mendo tuvo entonces que partir a la guerra y, aprovechando su ausencia, el que regresó fue el moro Aben-Abed, que hundió su puñal en el pecho de Anazir, en el mismo momento en que la joven gritaba el séptimo "¡Ay!".

A su regreso, la leyenda cuenta que Dom Mendo de Paiva decidió llamar a ese lugar que fue refugio y tumba de su amada Seteais y que, enloquecido por la muerte de su amada, fue desde entonces el más feroz y cruento perseguidor de moros de su tiempo, una empresa a la que dedicó todos y cada uno de sus días.

SOBRE O PALÁCIO DE SETEAIS