sábado, 30 de enero de 2010

LISBOA POR SOPHIA DE MELLO

"Digo Lisboa quando atravesso -vinda do sul- o rio e a cidade a que chego abre-se como se do seu nome nascesse. Abre-se e ergue-se em sua extensão nocturna, em seu longo luzir de azul e rio, em seu corpo amontoado de colinas.

Vejo-a melhor porque a digo. Tudo se mostra melhor porque digo. Tudo mostra melhor o seu estar e a sua caréncia porque digo Lisboa com seu nome de ser e de não ser, com seus meandros de espanto insónia e lata e seu secreto rebrilhar de coisa de teatro, seu convinente sorrir de intriga e máscara.

Enquanto o largo mar a ocidente se dilata. Lisboa oscilando como uma grande barca. Lisboa cruelmente construída ao longo da sua própria auséncia.

Digo o nome da cidade. Digo para ver".*

Sophia de Mello Breyner Andresen

*El texto ha sido transcrito de la placa colocada junto a la escultura de la poetisa, en el miradouro da Graça de Lisboa.

martes, 26 de enero de 2010

EL FADO SE INSTALA EN EL CHIADO

Lo mejor es escucharlo en la calle, en las tabernas o en las noches de fado que organizan las escuadras de bomberos en alguna freguesía lisboeta para recaudar fondos. Confieso que sólo una vez he tenido la suerte de poder encontrarme de bruces con el fado y disfrutarlo tan intensamente, pero también es cierto que nunca me olvidaré de la sensación de euforía que me embargó al sentirme rodeado de tanta pasión fadista en aquella taberna en la que estaba cenando y en la que, uno tras otro, los comensales se pusieron a cantar fados, mientras el resto de clientes les hacía los coros.

Fue en la Alfama y aquel recuerdo forma ya parte de la nostalgia porque, en mi última estancia lisboeta, fui buscando aquel local y lo hallé cerrado esperando un traspaso de negocio. Una lástima...

Pero en fin, si uno tiene ganas de fado y, a la espera de nuevas casualidades felices, siempre nos quedarán las casas y clubes de fado de Bairro Alto y Alfama (en mi opinión, demasiado enfocadas al turismo) y, desde hace poco tiempo, también en un espectáculo diario que se presenta en el Teatro Gymnasio.

Se llama "Fado in Chiado" y, aunque diseñado especialmente para los turistas, su sobria puesta en escena y las voces con ganas de jóvenes intérpretes del fado y la guitarra portuguesa, lo convierten en una buena opción, más reposada y, quizás, más económica que las casas de fado, aunque eso sí, no con tanto sabor.

SOBRE FADO IN CHIADO:
  • Ubicación: Cine Theatro Gymnasio (Rua da Misericórdia 14 - Lisboa)
  • Horario: De lunes a sábados, a las 19,00 horas
  • Precio orientativo: 15 euros (Nov. 2009)
  • Reservas: (00 351) 961 717 778
  • Web oficial: http://www.geniusymeios.pt/

viernes, 22 de enero de 2010

GARRAFEIRA ALFAIA

En busca de un descanso tras una tarde de compras, y antes de ir a cenar por Bairro Alto, fue como encontré por casualidad la Garrafeira Alfaia, en la rua del Diário de Notícias. Es una bodega chiquita, con cuatro mesas pero muy acogedora, y el lugar perfecto para una buena conversación en torno a un vino de excelente calidad y, si a uno le apetece, con la opción de acompañarlo con un excelente queso, como fue nuestro caso, o un amplio surtido de embutidos de calidad.

El local tiene también una pequeña tienda de delicatessen, con el mismo surtido a disposición de los clientes. Indagando en su página web, he descubierto que la Garrafeira Alfaia abrió sus puertas en 2003 y lo hizo justo enfrente del restaurante del mismo nombre, como una manera de ofrecer un aperitivo o un rincón tranquilo en el que pudieran esperar los comensales que aguardaban mesa sin tener que quedarse de pie o en la calle.

Como orientación, pagamos 22 euros por tres copas generosas de vino tinto del Alentejo y un queso cremoso de esos que se comen untando con picos de pan. La tranquilidad de la bodega y la amabilidad del camarero iban incluidas.

SOBRE A GARRAFEIRA ALFAIA:

viernes, 15 de enero de 2010

EL GRAN TERREMOTO DE LISBOA

A las nueve y veinte minutos del día de Todos los Santos de 1755 un gran terremoto devastó Lisboa. Las sacudidas duraron entre tres y seis minutos y abrieron grietas de hasta cinco metros de ancho que devoraron el centro de la ciudad e hicieron venirse abajo calles y edificios. El alma de madera de las iglesias y las casas de la ciudad se convirtió en seguida en pasto de las llamas y los incendios se multiplicaban por Lisboa con cada uno de los temblores. Durante cinco días, la ciudad fue asolada por el fuego y, como testigo mudo de la tragedia, aún hoy pueden visitarse las ruinas del Convento do Carmo, reconvertido en la actualidad en museo arqueológico.

Tratando de salvar su vida, miles de lisboetas huyeron hacia los muelles de la ciudad buscando refugio en los espacio abiertos, ajenos al peligro que se avecinaba. Apenas cuarenta minutos después del terremoto, olas de más de veinte metros de altura llegaban desde el oceáno por las aguas del Tajo y tres maremotos consecutivos engullían el puerto y la Baixa.

Casi cien mil personas, más de un tercio de los habitantes de Lisboa, perecieron víctimas de esta tragedia que conmocionó a toda Europa y que Voltaire describió así en su obra "Cándido":

"Nada más pisar la ciudad, llorando la muerte de su bienhechor, sienten temblar la tierra bajo sus pies, el mar se alza borboteando en el puerto, y rompe los navíos anclados. Torbellinos de llamas y cenizas cubren las calles y plazas públicas, las casas se derrumban, los tejados son derribados sobre los cimientos y los cimientos son dispersados. Miles de habitantes de toda edad y sexo son aplastados bajo las ruinas. (...) ¿Cuál puede ser la razón suficiente de ese fenómeno?, decía Pangloss. ¡Es el fin del mundo!, exclamaba Cándido".