sábado, 7 de junio de 2008

PERDERSE EN EL HORIZONTE

Cuentan que Lisboa, como Roma, está construida sobre siete colinas. No obstante, cualquiera que haya estado en la capital lusa, convendrá conmigo en que, en lugar de siete, las cuestas empedradas de la ciudad, las constantes subidas y bajadas, le hacen pensar a uno que más que siete fueran setenta.

El número es lo de menos, pero sí es cierto que las distintas colinas de la capital atlántica la convierten en la ciudad con los miradores más asombrosos que cualquier observador pudiera desear. Por lo general, todos ellos son, además, escenario, no sólo de las vistas, sino de una terraza bulliciosa donde disfrutar del horizonte, cerveja o bica en ristre o, simplemente, donde descansar los pies y el alma de un ascenso adoquinado.

El miradouro de Graça, el de Santa Luzia, el de Santa Catarina o las vistas desde el castelo de São Jorge merecen una visita pausada. Vale la pena olvidar las prisas del que quiere ver mucho en poco tiempo y perderse en los placeres de dejar pasar las horas simplemente mirando.

En el Largo das Portas do Sol, precisamente, (el mismo que sigue inspirando esta bitácora) se encuentra una de mis terrazas y mis rincones favoritos de Lisboa. Me gusta sentarme allí a respirar la Alfama, a ver latir al Tajo y escuchar el traqueteo del eléctrico a mi espalda. Me gusta pasar la tarde conversando en el miradouro del largo. Y me gusta también llegar de noche y ver cómo la piedra se vuelve blanca e ilumina la penumbra desde la cúpula del Panteón y São Vicente.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Descubrí un día tu blog y, al poco tiempo, fui a Lisboa y visité el Largo. Es un gusto seguir viajando a través de tus entradas.

OLISSIPO dijo...

Gracias por tu visita Salomé.
El largo es uno de mis lugares favoritos para mirar pasar la vida.
Hasta pronto.

Diarios de una Bultaco dijo...

Lisboa es una ciudad para verla desde sus miradores, o desde lo alto del elevador de Santa Justa. Y como muy bien dices ver sus distintas tonalidades con los cambios de luz. Se pasan las horas muertas...
Saludos

OLISSIPO dijo...

Hola Carlos,
Tienes toda la razón. El elevador de Santa Justa es otro de los grandes miradores de Lisboa. El ascensor y la estructura metálica te trasladan a otro siglo y la construcción en sí es una auténtica joya, yo no sé la de fotos que le habré hecho a tantos detalles. Y me encanta también la pasarela junto a las ruinas del convento do Carmo, que se insinúan tras los muros.
Gracias por la visita.