Sólo una ciudad como Lisboa podría unir conceptos tan dispares como el de la santidad, una cerveza y un milagro. Así dicho, a algunos podría parecer irreverente, pero en realidad es mucho más sencillo de lo que parece.
Empecemos por el milagro -milagre en la lengua de Camões- El milagro lo encontramos en la rúa del mismo nombre siguiendo la cuesta -costa- que desciende desde el Castelo de São Jorge. Una vez ubicados en la Rua do Milagre do Santo António, y en una esquina, encontramos en una peculiar tasca -la Taberna de Santo António- al santo que da nombre a la calle.
Es una taberna original, mezcla de tienda, casa y salón reconvertido en bar, con carrito de helados, toneles, tapetes de ganchillo y sofás incluidos. O lo que es lo mismo, el lugar perfecto para reponer fuerzas bajando del castillo o, sencillamente, si uno quiere tomarse una bica o una cerveja con espíritu casero.
Por cierto, que si uno también busca el más típico y tópico souvenir olissipano, que sepa que en la taberna también lo va a poder comprar.
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